Bomba alemana de 250 Kg. En el lateral, alojamiento para las dos espoletas eléctricas que monta.

Las bombas de aviación tienen unos requisitos distintos de las de cañón u obús.

Los seguros centrífugos o de inercia simplemente no funcionan porque estas fuerzas no existen en el lanzamiento de una bomba. En su lugar los seguros suelen consistir en pasadores sujetos al avión que se separan al caer la bomba y seguros de distancia que solían consistir en algún tipo de hélice que está bloqueada durante el vuelo pero gira con el viento durante la caída armando el mecanismo de impacto tras cierto número de vueltas.

La ciencia adelanta que es una barbaridad, y más en el campo de las armas. Actualmente hay muchos tipos de espoleta adaptados a ciertos usos específicos y la mayoría con abundancia de electrónica: barometricas o de tiempo, para explotar a cierta altura y aumentar los efectos de la metralla, hidrostáticas que explotan al sumergirse a cierta profundidad después de rebotar sobre la superficie del agua para destruir presas, de proximidad, perforantes antibúnker, de racimo...

Durante la 2ª guerra mundial ambos bandos descubrieron que se podían fabricar espoletas externamente idénticas a las ordinarias pero que en realidad funcionaban a tiempo con retrasos largos de hasta días y/o con trampas antiartificieros (los alemanes con mecanismos de relojería, los estadounidenses con un simple mecanismo químico) De esta forma nadie podía acercarse a una bomba sin explotar porque no se podía saber si había fallado o era una trampa.