Hay una gama de variantes de las granadas de humo de ocultación, pensadas para montarse en vehículos.
Se montan en pequeños soportes y se activan eléctricamente, de modo que el soldado no debe abandonar la protección de su vehículo para producir una gran cantidad de humo que camufle sus movimientos.
Puede ser imposible apuntar con un lanzacohetes de mano a un blindado rodeado de una densa nube de humo.
En los ejércitos de la OTAN, son habituales granadas de 76mm. En la imágen, junto a los sirvientes que amunicionan un carro Leopard (disparos APDS de 120x570 R mm con vaina semicombustible) se aprecian cuatro de los emisores de humo y bajo ellos los contenedores de cartón que transportan las granadas fumígenas de recambio.
