En
1835, el armero francés Nicolás Flobert desarrolló el primer cartucho
de fuego anular. Era de .22 pulgadas y se propulsaba únicamente con la
fuerza del fulminante pues no contenía pólvora.
Estaba pensado para
tiro de salón, pero pronto fue adaptado para otros usos simplemente haciendo
más grande la vaina y/o la bala y añadiendo pólvora al cartucho. Finalmente,
la denominación de sistema FLOBERT permaneció sólo para los cartuchos
sin pólvora.
Los cartuchos de fuego
anular (rimfire, en terminología anglosajona) representaron un gran avance.
Fueron realmente el primer tipo de cartucho metálico práctico, y desplazaron
inmediatamente a las armas del sistema Lefaucheux (de espiga). Finalmente
fueron desapareciendo del mercado militar ante el empuje de los cartuchos
de fuego central, pero las variantes del pequeño .22 anular siguen siendo
líderes entre las armas de entretenimiento favorecidas por una legislación
más permisiva con este tipo de armas.
Los cartuchos de fuego anular, contienen el fulminante en el
interior del reborde del culote. El percutor del arma, en vez de golpear
la cápsula del centro debe golpear cualquier punto de la periferia para
producir la ignición.
El cartucho en sí es
más económico de fabricar, pues se construye íntegramente por estampado.
Pero también tiene inconvenientes: el metal de la vaina debe ser más delgado
o blando pues debe deformarse para comprimir el fulminante. Por esta razón,
no admite cargas muy potentes. Y por lo mismo no son recargables, un grave
inconveniente para cazadores y tramperos que pasaban largos periodos alejados
de la civilización.
Llegaron
a construirse cartuchos muy grandes en este sistema: los primeros rifles
de palanca Henry o Winchester del .44, Spencer del .56 y las armas largas
reglamentarias de varios ejércitos como el .45 danés, 10.4 Vetterli suizo,
el 12.17 sueco...
En la actualidad sólo
se encuentran calibres hasta 9 mm Flobert (sin pólvora) y muchas variantes
del .22 (principalmente .22LR). Últimamente despunta el .17 Hornady Magnum,
que consiste en una vaina del .22 Magnum abotellada para sostener una
bala de .17 muy ligera y aerodinámica que consigue grandes velocidades
y trayectoria excepcionalmente tensa.
Las "armas industriales",
disparan grapas o clavos propulsados por un cartucho sin bala suelen ser
de fuego anular. En nuestro país parece que son una rareza, aunque hace
años se veían operarios instalando cables (¿de teléfono?) con ellas.
En
otros países son relativamente populares las armas de salón en sistema
Flobert e incluso he visto por internet fotografías de un arma que dispara
perdigones (de los de aire comprimido) propulsándolos con un pequeñísimo
cartucho anular de fogueo.
Cuidado: existen unos
cartuchos que aparentan ser de fuego anular pero en realidad tienen un
pistón central convencional INTERNO. Suelen ser de pistola y calibre .32
o .38. La única forma de distinguirlos que conozco es por los marcajes:
los de fuego anular suelen tener las marcas de fábrica en el centro del
culote y los de fuego central en la periferia (¿para no interferir con
el mecanismo de fuego?). Aunque no las conozco, puede haber excepciones.
Cartucho
de fuego central con apariencia de fuego anular. A la izquierda un
cartucho disparado donde se aprecia la percusión central.
Cartuchos
de fuego anular intacto (izquierda) y disparado (derecha) donde se
aprecia la deformación que se produce en el culote al dispararlos
y que impide su recarga.
Curioso
"catálogo en tres dimensiones" de la firma francesa Gévelot
con un buen surtido de cartuchos anulares.